La categorización es la herramienta del cerebro para organizar casi todo lo que encontramos en nuestra vida diaria. Agrupar información en categorías simplifica las complejidades y nos ayuda a reaccionar rápida y eficazmente ante nuevas experiencias.
Sandra Reinert y Pieter Goltstein, junto con Mark Hübener y Tobias Bonhoeffer, líder del grupo y director del Instituto Max Planck de Neurobiología, examinaron cómo el cerebro almacena información abstracta en forma de categorías aprendidas. Como esto es difícil de estudiar en humanos, los científicos probaron si los ratones se clasifican de manera similar a los nuestros. Para ello, mostraron a los ratones diferentes imágenes de patrones de rayas y les dieron una regla de clasificación. Un grupo de animales tuvo que dividir las imágenes en dos categorías según el grosor de las rayas; el otro grupo de ratones pudo aprender la regla respectiva y clasificar de manera confiable los patrones en la categoría correcta. Los resultados han demostrado que los ratones también categorizan sorprendentemente bien. Las neuronas aprenden categorías a través de códigos y demuestran cómo se representa la información abstracta a nivel neuronal. Por ejemplo, un niño está mirando un nuevo libro ilustrado y de repente señala una ilustración y grita silla. Los adultos pueden reconocer fácilmente todo tipo de sillas, pero esta es una tremenda curva de aprendizaje para un niño pequeño. Para asociar el silla Se muestra en el libro con las sillas que ya conoces, aunque puedan ser de diferentes formas o colores, necesitarás ayuda de la categorización, elemento fundamental de nuestro pensamiento.
Sandra Reinert, primera autora del estudio, explica que cada vez que un niño encuentra una silla, salva la experiencia. Debido a las similitudes entre los sillas, el cerebro del niño abstrae las propiedades y funciones de la silla que conforman la categoría de silla. Esto permite al niño asociar rápidamente sillas nuevas con la categoría y el conocimiento que contiene.
Nuestro cerebro categoriza constantemente toda la información a una determinada edad e intenta simplificar y organizar nuestro mundo. Sin categorización, no podríamos interactuar con nuestro entorno tan eficientemente como lo hacemos. En otras palabras, tendríamos que aprender que podemos sentarnos en él por cada silla nueva que encontremos. Por tanto, la clasificación de la información sensorial es fundamental para nosotros, pero los procesos subyacentes en el cerebro son en gran medida desconocidos.